Nicolái Vavílov es uno de los
científicos clave en la investigación del origen y mejora de las plantas
cultivadas. La cuestión de la domesticación ya había intrigado antes a naturalistas
como Alexander von Humboldt (1769-1859) y Charles Darwin (1809-1882) entre
otros, aunque el primero que abordó el tema revisando evidencias muy diversas y
planteando ya hipótesis sobre los centros de origen fue Alphonse de Candolle
(1806-1893), quien en 1883 publicó Origine
des Plantes cultivées. Vavílov fue un admirador de A. de Candolle –a él está dedicado "Estudios sobre el origen de las
plantas cultivadas"–, e hizo de la
mejora de las plantas cultivadas el objetivo de su vida. Además de recorrer
todo el mundo buscando variedades cultivadas y sus ancestros silvestres,
experimentó su cultivo y adaptación y la mejora genética a gran escala,
consiguiendo crear unas infraestructuras y equipos humanos muy relevantes. Y
todo ello, además, en un país y en una época histórica muy convulsos.
Nicolái Ivanovich Vavílov (1887-1943) pertenecía a una
rica e importante familia de comerciantes de Moscú, aunque el abuelo había sido
un siervo de la gleba que tan sólo consiguió la libertad con la abolición del
año 1861. Cursó estudios superiores en el Instituto Agrícola de Moscú y,
siguiendo el programa de postgrado, estuvo en Inglaterra con William Bateson
(1861-1921), en Francia en la empresa de semillas Vilmorin y en Alemania con
Ernst Haeckel (1834 -1919). Aquí le sorprendió el inicio de la Primera Guerra
Mundial, pero consiguió volver a Rusia. Fue a Sarátov, en la región del Volga,
como profesor y comenzó la colección y experimentación con plantas cultivadas.
Asimismo inició las primeras campañas de recolección de material silvestre y de
variedades cultivadas primitivas, primero por los territorios rusos en el este
del mar Caspio y a continuación, en 1916, ya recorrió el norte de Irán. En 1921
fue a Petrogrado [conocida luego como Leningrado, actualmente San Petersburgo]
donde, en pocos años, convirtió un pequeño Departamento de Botánica Aplicada en
un potente Instituto de Industria Vegetal, con una gran red de estaciones de
investigación y experimentales repartidas por todo el territorio de la ya
entonces URSS. A finales de los años 30 del Instituto estaba plenamente
consolidado y la colección tenía más de 200.000 muestras de semillas.
La idea de Vavílov era escribir un
libro donde quedaran recogidos sus viajes por todo el mundo en busca de los
ancestros de las plantas cultivadas. Pero no pudo completarlo y, de lo que sí
llegó a redactar, una parte parece que se ha perdido. También se conserva el
plan general del libro, tal como lo concibió. De la primera parte, referida al
Viejo Mundo, hay capítulos dedicados a Asia –Norte
de Irán, Pamir, Afganistán, Amur, China occidental y Japón– y al Mediterráneo –Siria,
Palestina-Transjordania, Argelia, Marruecos, Túnez, Grecia, Chipre y Creta,
Italia y España–, así como un capítulo
donde relata el viaje a Abisinia. De la segunda parte, dedicada al Nuevo Mundo,
no se ha conservado ningún manuscrito, aunque en el libro se añadieron dos
artículos, ya publicados en vida del autor, referidos uno a Brasil y otro a
Estados Unidos y Canadá.
Nicolái
Vavílov [Imagen de la edición de 1997]
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A mí me han resultado especialmente interesantes los viajes
por Irán (1916), Afganistán (1924) y Abisinia (1926-1927). También es bastante
extenso el relato del viaje por España (1927) durante la dictadura de Primo de
Rivera, acompañado casi siempre por el agrónomo Luís Crespí Jaume (1889-1963);
da una visión general, con muchas referencias culturales y con algunas
anécdotas del viaje.
El primero de los viajes de
recolección que hizo fuera de Rusia fue en Irán en 1916. El ejército ruso había
ocupado el N del país y el consumo del pan local menudo provocaba fuertes
indisposiciones entre los soldados. Comisionaron a Vavílov, que pudo comprobar
que los campos de trigo estaban infestados de cizaña –Lolium temulentum
L.–, a menudo infectada por un hongo
endofítico que sintetiza alcaloides. Resuelto el problema, aprovechó para
continuar en el país y recorrer las montañas al sur del Caspio, con el objetivo
de recoger especialmente trigo y centeno. También lo aprovechó para aprender
rudimentos de persa, que terminó de perfeccionar en un viaje posterior en
Afganistán.
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El relato del viaje a Afganistán es, según dice Vavílov, uno
de los más complicados que hizo nunca. En más de cinco meses recorrieron unos
5.000 km por un país muy poco conocido, tanto desde el punto de vista
cartográfico como científico, y donde recogieron unas 7.000 muestras de
semillas. Aunque la Unión Soviética ya había establecido relaciones
diplomáticas con Afganistán en 1919, hasta 1922 no se abrieron las primeras
representaciones consulares pero, aun así, el conocimiento que tenían del país
era muy deficiente. Y una expedición científica –en
realidad tres agrónomos soviéticos y el personal autóctono contratado a los que
alguna vez se añadieron soldados afganos–
recorriendo el país en caravana llamaba mucho la atención; más aún cuando se
adentraron en el NE del país, en la zona del Hindu-Kush [Nuristán en sentido
amplio para Vavílov], con sus valles aislados, a menudo incomunicados y con
grandes desniveles que salvar.
El viaje a Abisinia es para Vavílov
uno de los más exóticos y, en parte, una compensación ya que los ingleses no le
concedieron los visados para entrar en Egipto. Comienza con las peripecias en
París y Roma para conseguir los visados, cuando al final resultó que no eran
necesarios para entrar en Abisinia. Las recolecciones del viaje son bastante
abundantes y a los cereales habituales aquí se añade el tef –Eragrostis tef
(Zucc.) Trotter–. El viaje es relativamente
cómodo desde Yibuti, en la costa y bajo administración colonial francesa, hasta
Addis Abeba, pues están comunicados por tren. Por el camino se encuentran una
expedición enviada por el zoológico de Hamburgo para capturar animales por toda
África Oriental y llevarlos a Europa para comerciar con ellos: miles de aves,
cientos de monos, antílopes, ... En la capital Vavílov se entrevista con el
regente –más tarde el emperador Haile
Selassie–, y prepara una caravana para
salir hacia Eritrea, entonces colonia italiana. Este es el trayecto más
problemático, con animales salvajes –cocodrilos
incluidos– rondando el campamento por las
noches, desabastecimiento de forraje para las mulas, algún encuentro poco
recomendable, ...
Los manuscritos los conservó una
secretaria, que los tuvo escondidos hasta los años 60. Se publicaron en 1962 en
ruso y en 1997 la FAO publicó una traducción al inglés. En 2015 ha aparecido
una versión en castellano, con el texto de Vavílov traducido directamente del ruso.
Se conservan las notas a pie de página originales, pero las traductoras también
han añadido nuevas y también incorpora un prólogo original de M. Vishniakova,
que incluye la bibliografía de Vavílov. Además hay cerca de un centenar de
notas suplementarias que hacen referencia sobre todo a aspectos botánicos,
históricos o geográficos. También figura como epílogo la presentación que
hicieron en la edición en inglés de 1997 S. Reznik y el hijo de Vavílov, Yuri,
sobre la figura del científico. La edición en castellano incorpora además un
índice analítico y dos anexos, uno de taxonomía y genética de trigos y otro que
incluye bocetos biográficos de personajes, sobre todo científicos, que aparecen
en el texto. Si a esto le añadimos que tipográficamente es de muy buen leer e
intercalado entre el texto hay varias figuras ilustrativas complementarias, el
resultado es un libro atractivo para el lector y que mejora la edición en
inglés de 1997.
"Un mártir de la genética" tituló Theodosius
Dobzhansky (1900-1975) –uno de los grandes
genetistas del siglo XX, también de origen ruso– la necrológica de Vavílov. Tenía prohibido salir de la
URSS desde 1933 y fue arrestado en 1940; pasó al campo de concentración de
Sarátov –ironías del destino, allí había empezado
su carrera académica–, donde murió por
inanición en enero de 1943. La acusación se acogía al abyecto artículo 58 del
Código Penal de la URSS –sospechoso de
actividades contrarrevolucionarias– por los
delitos de antimarxismo, deslealtad con el régimen y conspiración. Su figura
fue rehabilitada en la década de los años 60 y el Instituto de Industria
Vegetal se denomina actualmente Instituto Vavílov.
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Vavilovia es el género de leguminosas, creado por Andrei Fedorov (1909-1987) en 1939, que le honra y recuerda.
N.I. Vavílov (2015). Cinco continentes. Libros del Jata,
Bilbao. 442 p. [Traducción al
castellano de Maila Lenma Quintana y Marta Sánchez-Nieves Fernández]
N.I. Vavilov (1997). Five Continents. International Plant
Genetic Resources Institute, Roma. 198 p. [Traducción al inglés de Doris Löve]