jueves, 24 de diciembre de 2020

Alfred Moquin-Tandon: un botánico de provincias –y poeta– descubre París (1834)

 

            "4 octobre 1834. Nous étions convenus avec M. Blume d'aller aujourd'hui chez M. Gay à 8 heures du matin. Nous avons exécuté notre projet, mais faute d'avoir averti ce botaniste, quand nous sommes arrivés chez lui, nous avons trouvé visage de bois.

            Je suis rentré et je me suis occupé, pendant une heure environ, à arranger mes Chénopodées du Muséum Delessert.

            A neuf heures, j'ai pris du lait et du beurre au café du Luxembourg. En sortant, l'occasion m'a offert un ouvrage in 4º sur les tulipes, avec planches assez bien faites. Je l'ai acheté 50 sols.

            Je me suis promené sur les quais jusqu'à midi. J'ai marchandé un Genera plantarum de Linné; j'ai regardé les gravures, les lithographies et les dessins; j'ai visité la Madeleine; enfin j'ai usé la matinée en véritable flâneur, mais en flâneur qui observe et qui réfléchit.

            Une Béarnaise m'a conduit jusqu'à une centaine de pas de mon hôtel; j'ai été chez M. Webb; nous avions examiné ensemble les Chénopodées des Canaries..."

            Tengo que empezar confesándolo: la figura Moquin-Tandon siempre me ha fascinado. Y eso que es bien poco lo que durante mucho tiempo supe de él. Cuando empezaba a bregarme en temas de taxonomía, durante largo tiempo tuve sobre la mesa de trabajo la segunda parte del volumen XIII del Prodromus... de De Candolle, casi todo él escrito por Moquin-Tandon y que contiene las monografías de las familias salsolácies [quenopodiáceas] y amarantáceas. Aquellos tratamientos, monumentales, me impresionaron por su extensión y claridad, más aun sabiendo que eran el resultado del estudio sólo de pliegos de herbario, de todo el mundo, de aquellas plantas con unas flores minúsculas y sin muchos más caracteres. Su capacidad de observación, análisis y síntesis me maravilló, pero, además, vislumbrar una imagen suya donde se ve un hombre con aspecto sereno y sosegado y descubrir que también había escrito poesía en occitano, ya lo hizo entrar para siempre más en el panteón de personajes admirados.

              Alfred Moquin-Tandon (1804-1863) descendía de protestantes que habían huido a Ginebra cuando la revocación del edicto de Nantes, pero que más tarde regresaron a Francia y se instalaron en Montpellier. Su padre era comerciante, y entre sus antepasados figuraban también científicos y banqueros, pero el más conocido es el abuelo André-August Tandon, a quien su nieto calificó como el último trovador de la cultura occitana.

             Estudió Ciencias y Medicina en Montpellier, donde obtuvo los doctorados correspondientes. Muy interesado en la botánica, se consideraba discípulo de Michel Félix Dunal (1789-1856), quien a su vez había tenido como maestro al ginebrino Augustin-Pyramus de Candolle (1778-1841), durante la etapa de éste como profesor en Montpellier, en que había barrido definitivamente el sistema artificial de Linneo de la docencia universitaria. En aquella época, a fin de obtener el doctorado en ciencias naturales debían defender dos tesis. Moquin-Tandon, con veintidós dos años, presentó dos, una de zoología y otro de botánica. La de zoología era una monografía de las sanguijuelas (fam. Hirudinea), donde también trataba cuestiones experimentales de fisiología y donde entraba de lleno en la polémica sobre la metamerización [zoonite] de los animales. La de botánica, en principio, debía ser una monografía de las quenopodiáceas, pero, por un cierto azar, acabó siendo un Essai sur les dédoublemens ou multiplication d'organs dans les végétaux, lo que a la larga le llevaría a ser un especialista en teratologías vegetales. La monografía de las quenopodiáceas no vería la luz hasta el año 1840. En el año 1828 presentó la tesis para el doctorado en medicina, sobre tisis laríngea sifilítica.


             Moquin-Tandon comenzó la carrera docente como profesor de fisiología comparada en Marsella, pero ya en 1833 obtuvo una plaza de profesor de ciencias naturales en la Facultad de Ciencias de Toulouse, donde explicaba botánica, zoología y geología. Además, en 1834 fue nombrado director del Jardín de plantas, donde también impartía un curso de botánica. Consideró que era demasiada carga docente para una sola persona y decidió ir a París a ver si se podía entrevistar con los responsables del ministerio para explicarles su situación. Era la primera vez que visitaba París, y durante su estancia escribió una especie de diario, día a día, donde recoge sus actividades, encuentros e impresiones, en un estilo muy libre, para uso personal y sin intención de publicar nada.

             El dietario comienza el día 8 de septiembre y termina el 24 de octubre. El primer día, nada más llegar de madrugada, se instala en el pequeño apartamento que tenía reservado y ya se va a recorrer las calles de la ciudad. El segundo día se acerca al Museo de Historia Natural y, en un episodio que se repetirá a menudo durante el viaje, se encuentra de golpe con un conocido. Se trata de un amigo y compañero de Montpellier, Victor Coste, que trabaja allí en embriología y con quien se relacionará mucho durante su estancia en París. A continuación se presenta en casa de Geoffroy Saint-Hilaire padre (1772-1844), con quien ya se había carteado, que ocupaba la cátedra de zoología en el Museo desde su constitución en 1793 y que, después de la muerte de Cuvier un par de años antes, había quedado como el gran pensador sobre la estructura y organización de los animales. Será uno de los personajes a los que Moquin-Tandon dedica más atención, con largas conversaciones, y hacia el final de la estancia en París la amistad entre los dos es manifiesta.

             Rápidamente amplía su red de contactos y conocidos. Al principio, los centros neurálgicos son el Museo de Historia Natural que incluye el Jardín de plantas y la residencia de Benjamin Delessert (1773-1847), donde su herbario, el más importante de Francia en aquellos momentos, estaba abierto a todo aquel que necesitara trabajar en él. Sorprende la cantidad de botánicos que pululan arriba y abajo. Muchos de ellos poseen herbarios que han realizado en países lejanos y trabajan en alguna publicación al respecto. Al saber que hay un especialista en quenopodiáceas y poligaláceas, lo apremian para que les determine las plantas de estas familias. Intentará contentar a la mayoría y, siempre que puede, coge un frustulum. Entre ellos, destaca la relación cordial con Carl Ludwig Blume (1796-1862), director del jardín de Leiden y que trabajaba en la flora del SE asiático y con Auguste de Saint-Hilaire (1779-1853), el especialista en la flora del Brasil con quien ya había colaborado en alguna de sus publicaciones, pero a quien no conocía personalmente. Más tarde, a finales de septiembre, se instalan en París Philip Barker Webb (1793-1854) y Sabin Berthelot (1794-1880), provenientes de Londres y que estaban trabajando en la flora de las islas Canarias. Según Moquin-Tandon el herbario de Webb, formado por sus recolecciones mediterráneas y canarias y varios herbarios más que ha comprado como los de Desfontaines, Labillardière, Ruiz y Pavón... es uno de los más ricos de Europa. El trato con ellos será frecuente y, sobre todo con Berthelot, establecerá una relación de amistad.

             Uno de los objetivos de la visita a París es también conocer los botánicos y zoólogos más prominentes de la capital; a algunos les ha tratado por correspondencia, para otros lleva cartas de presentación y a casi todos los conoce por sus obras. A medida que los va tratando, queda algo desencantado y escribe: "La connaissance des savants de Paris a bien diminué en moi le respect que je portais à tous les hommes qui ont pénétré dans le sanctuaire de la Science; j'ai remarqué d'abord que beaucoup de ces messieurs étaient fort au-dessous de leur réputation. L'usurpation de la gloire est à Paris assez commune. Cette usurpation est une suite nécessaire de l'intrigue qui, dans la capitale, est certainement la passion qui domine le plus; beaucoup d'hommes arrivent au sein de l'Institut ou dans les facultés, appuyés non pas sur des livres, sur des titres réels, mais sur des parents et des amis; on m'a rapporté des exemples de fraudes académiques ou professorales, qui ont bien surpris mon innocence de province".

 

Chenolea canariensis, planta descrita por Moquin-Tandon en su estancia en París, a partir de materiales colectados por Webb y Berthelot en las islas Canarias. Actualmente integrada en el género Kirilowia: K. canariensis (Moq.) G.L. Chu


            También es bien jugosa la descripción física, pero también psicológica– que hace de los miembros de la Sección de Botánica del Instituto de Francia, del valor de sus obras y de lo que se puede esperar de ellos en el futuro. Los Jussieu, padre Antoine Laurent (1748-1836) e hijo Adrien (1797-1853) no salen muy bien parados. Tampoco Mirbel (1776-1854) ni Achille Richard (1794-1852). Todos los elogios son para Adolphe Brongniart (1801-1876). De Auguste de Saint-Hilaire simplemente dice: mon ami. Sorprende sobre todo la rotundidad de sus opiniones y la clarividencia de sus vaticinios. Aunque unos días antes ya había hecho lo mismo con Étienne Gay (1786-1864), de quien dice que por culpa de su obsesión por los detalles, nunca será capaz de concluir la monografía que prepara, desde hace más de veinte años, del género Crocus.

             Pero su actividad no se limita a la botánica. Pasea a menudo, un día lo dedica al Panteón, otro organizan una visita a la fábrica de Sèvres, acompañados por Brongniart padre, el director o, cuando entra en una exposición que están montando en la Escuela de Bellas Artes, deja por escrito sus impresiones y opiniones para, dice, compararlas con las que saldrán en los periódicos los próximos días, una vez inaugurada. Muy a menudo se dedica a bouquiner e indica el título y el precio de los libros que adquiere. Son, sobre todo, de botánica y zoología, pero también los hay medicina, geología..., e incluso un libro de poesía escrito por su abuelo. Y también deja por escrito cuando se sienta en café por la tarde a tomar una cerveza, fumar o jugar alguna partida de dominó, muchas veces acompañado por Berthelot o por su amigo de juventud Maire (?), también botánico. Se sorprende de la gran cantidad de conocidos que reconoce en París, muchos de Montpellier, pero también de Toulouse y Marsella. Y a menudo anota cuáles de estos no se encuentran acompañados de sus parejas habituales. Muchas noches va a espectáculos, solo o acompañado por conocidos o amigos: ballet, teatro, opera, variedades... y anota comentarios sobre los actores o las obras.

             Cuando ya la estancia está acabando, explica las tribulaciones para encontrar cajas para los cerca de 100 paquetes de plantas que ha reunido en París –el herbario Poiret, que ha comprado, más duplicados y fragmentos de quenopodiáceas y poligaláceas con que la han obsequiado para enviar a Toulouse. Con todo el resto de adquisiciones, libros incluidos, son 536 kg los que factura.

             Al final, tras varios trámites protocolarios que le han costado un mes, logra entrevistarse con el ministro de Instrucción Pública y su jefe de gabinete, que acceden a su petición. En uno de los pocos rasgos autobiográficos, cuando describe a este último dice: "il gesticule assez quand il parle, à peu près comme moi".

             Moquin-Tandon permaneció en la Universidad de Toulouse hasta el año 1853, cuando ganó la cátedra de historia natural de materias médicas en la Facultad de Medicina de París, sucediendo a Achille Richard. Allí publicó unos prestigiados Éléments de zoologie médicale y Éléments de botánica médicale, pocos años antes de morir. Además de botánico fue un reconocido especialista en el campo de los moluscos terrestres y una autoridad en ornitología y, por ejemplo, se encargó de este apartado en la Histoire naturelle des Îles Canaries de Webb y Berthelot. En 1854 fue elegido miembro de la Academia de Ciencias, en la plaza que había quedado vacante por la muerte de su amigo Auguste de Saint-Hilaire. Además de sus trabajos científicos, cerca de 200, publicó numerosos trabajos literarios y de poesía en occitano, algunos de ellos bajo el seudónimo de Alfred Frédol.

            Sin embargo, aparte de éste, no fue un gran viajero: sólo estuvo en Córcega con la excusa de concluir la flora inacabada de Esprit Requien (1788-1851). Parece que el mayor resultado de este viaje fue convencer Jean-Henri Fabre (1823-1915) de dejar de lado las matemáticas y dedicarse de lleno a la entomología.

             El dietario nos proporciona una visión de la intensa vida científica, cultural y social de la capital. Muy detallada, además, en lo que respecta a los círculos botánicos. El número de personajes que aparecen es muy amplio, aunque se puede seguir bastante bien gracias al índice onomástico que han añadido los editores. En cambio, no hay casi ninguna referencia a la situación política, a pesar del cambio de régimen de 1830 y de las revueltas obreras, de 1831 y 1834. Esta última, reprimida por el ejército a Lyon con numerosos muertos, parece que no afecto la vida cotidiana de la capital.

 

Alfred Moquin-Tandon. Un naturaliste à Paris, 1834: Notes sur mon premier séjour à Paris, en 1834, du 4 septembre au 23 octobre. Éd. présentée par Jean-Louis Fischer. Index établi par Isabelle Dussert-Carbonne, 1999. Sciences en situation, Chilly-Mazarin. 163 p.